Una ruta, relativamente fácil para hacer con niños, solamente nos plantea una pequeña pendiente, como de un kilómetro, para subir del Agua Buena, por Peña las Grayas, hasta salir a la carretera de Cerezal, que, a su vez, podríamos subir tranquilamente por la carretera.

Iniciamos el paseo, por la parte baja del pueblo, por el Camino del Agua Buena (Camino Viejo de Cerezal). Un camino cómodo hasta llegar a la Gargantada. Caminamos entre huertos y cortinas, antes todos bien cuidados, hoy casi todos olvidados. Pequeños huertos familiares que producían buenas y abundantes verduras, regados con agua del arroyo, que hoy no lleva ni gota de agua Esos pozos, que antes manaban lo suficiente para regar esos huertos y hacer que corriera arroyo abajo, hasta rio Malo.

Apenas caminamos 300 metros y sale a la derecha un camino, que podríamos utilizar igualmente para llegar a la Gargantada, es el camino de Los Carrilones, que nos ofrece una panorámica de los montes de Reta Bravas y el Matón, hasta los Campillos Si lo visitamos en primavera, podremos disfrutar de un campo florido con variados colores.

Encinas, grandes y cuidadas, de la zona de Urrieta los Carros y el alto del Carrascalico y alguna viña bien cuidada, nos recuerdan la niñez.

Sin embargo, continuaremos arroyo abajo. Un camino propicio para días de viento, pues circula totalmente protegido, hasta su salida a los Pizarros. Ahí sí que durante unos minutos soplará el viento. Una vez que salimos a los Pizarros, también podremos hacer unas buenas fotos de la zona.

También se trata de una zona de pizarra, muy apreciada por nuestros antepasados, como refaldos de sus viviendas.  Este arroyo, conocido como el de Valle del Prado, en otros tiempos rico en cangrejos, al igual que todos los pozos del rio Malo.  Llegamos al Pozo Bañal, y al plantío de chopos de gratos recuerdos (habría que continuar hasta los Campillos).

Giramos a la izquierda, siguiendo el curso del rio y nos encontramos el molino de los Juanillos, que funcionó durante muchos años. En algunos mapas, conocido como molino de Martinín, sin encontrar el origen del mismo.

Continuamos nuestro paseo unos metros hasta encontrarnos con el arroyo del Agua Buena y el huerto de Eugenio, hasta hace muy poquito tiempo muy bien cuidado. Nos encontramos ya bajo el puente de la Carretera de Cerezal.

Tras hacer un breve receso, empezamos la parte más dura del recorrido, apenas 400 metros. Merece la pena subir por la cuesta de los pizarros, pues es más agradable a la vista. Subir por la carretera, también nos ofrece una bonita panorámica, desde donde se divisa, el molino de los Angelines, el Picón de la Brejera, todo el curso del rio Malo, y al final podemos ver hasta el pueblo de Villaflor.