Creo tener un recuerdo lejano de José, sentado en su rincón, a la solana, rodeado de su hija y sus vecinas, todas ellas haciendo sus costuras, pero sin perder detalle de las historias que cada vecino iba contando.  Aquel rincón, como otros muchos, estaba muy concurrido.

El recuerdo me llega de ir por aquella calle, de camino al huerto de la fragua.

José, había nacido en 1874, era primo de mi abuelo (1884) y tenían muy buena relación, bueno, antes todo era hermandad y familia. El abuelo siempre se paraba un poco a echar una parrafada con el grupo, eran muchos años pasando por allí.

Hoy me acuerdo del tío José, para traer a colación los trabajos que venía realizando desde su juventud.  Era  sastre y se dedicaba a hacer, entre otras cosas, la típica capa alistana, polainas, pantalones, chalecos, etc. todo ello en paño.

El paño se hacía con la lana de las ovejas (recordareis que casi todos los vecinos tenían unas pocas ovejas). Cada vecino preparaba la materia prima, que les ocupaba la mayor parte del invierno. Empezaba con la esquila a finales de junio; lavado de la lana, que se realizaba a finales de agosto, una vez acabadas las tareas del verano; cardado de la lana (escarmenar), mediante unas cardas (palas de mano con púas metálicas; el hilado, que se dejaba para los meses de menor actividad, épocas de solana  o largas noches de invierno. El torcido o trenzado de la lana, consistía en juntar dos o más hilos, en función de cómo necesitasen el grosor de la lana; pasarlo a madejas, para ir mezclando un poco más los hilos. La siguiente tarea era devanar, que era pasar de madeja a ovillo; era más fácil de guardar y que no se enredasen las madejas.

En este punto, me vienen a la memoria varios momentos: el  primero cuando la madre cogía un poco de lana, lo clavaba en la rueca, que sujetaba con el mandil  en su cintura y, mediante el uso iba convirtiendo el vellón de lana en hilo, con los dedos de una mano iba estirando la lana y con los de la otra iba retorciendo e igualando el hilo; o cuando a los niños nos colocaban con los brazos hacia adelante, te ponían los brazos dentro de la madeja y te hacían moverlos un poco hacia los lados, permitiendo que el padre  fuera haciendo los ovillos. El uso  también era de fabricación casera, consistía en un palo de forma cónica, con una rueda al final y en su extremo superior tenía una ranura para ir dirigiendo el hilo.

A partir de este momento  vamos a ver que usos le daban a la lana, era frecuente ver a las mujeres haciendo jersey a todas horas, calcetines o medias. Unas prendas mantenían el color de la lana, otras se le teñía de negro, para lo cual utilizaban nogalina o cascara de nuez.

Aún hoy en día escucho frases “abuela, me haces unos calcetines para andar por casa”, “yo también. El otro día el más pequeño vio unos calcetines que estaba finalizando la abuela, eran con una lana de dos colores, y le dice: “abuela yo quiero unos calcetines, pero te voy a traer dos lanas para que tu las juntes y me hagas uno calcetines como eso”. Luego le explicó que la lana ya era así.

Bajamos a comprar la lana, no había la que él quería, pero lo que quería eran los calcetines y enseguida le gustó otra. Contento, le entrega la lana a la abuela y dice: ¡cuando puedas me los haces ¡Al día siguiente, después de comer, la abuela llama al niño (en este caso bisnieto) y le enseña sus calcetines! El niño sorprendido, dice: ya ¡Agradecido y contento coge sus calcetines y a su manera le da las gracias! Jamás olvidará esta imagen de la abuela haciendo calcetines.

En Videmala había varios telares, el último recordado es el llamado “telarín”, que era de la “tía María la Tejedora”.  Este telar estaba en la calle Frio, muy próximo a la plaza. Se dedicaba a hacer costales y pequeñas cosas, principalmente de lino. Era mucho el uso que se le daba y tenía bastante trabajo con esto.

Había otro telar, a principio del s XX, en la era, próximo a la escuela de niños, pero por circunstancias de la vida, falleció uno de los cónyuges y el otro emigro a la Argentina en 1932.

Los telares de Videmala eran de pequeñas dimensiones y no daban para la confección de mantas ni las piezas de paño necesarias para las capas o pantalones de paño. Tanto las mantas  como los paños llegaban a Videmala de los pueblos de Aliste. Nuestros convecinos  aportaban las materias primas a los telares de Aliste, donde hacían mantas y paños y estos últimos luego pasan al batan, donde pasan en torno otras  24 horas apretando bien la lana con mazos y agua. Y luego ya el último paso del secado de la pieza de paño.

Los telares para la confección de mantas y paños solían estar en lugares muy próximos al batán e inclusos ser propiedad de la misma familia, evitando pérdidas de tiempo por desplazamiento.  Las tejedoras recibían los ovillos de lana para la confección de los tejidos y una vez finalizados, pasaban al batán para su acabado.

El batán, como el molino, estaba situado a la orilla de los ríos, pues el funcionamiento del mismo se llevaba a cabo mediante la fuerza del agua, por lo que solamente funcionaban los meses de lluvia. Unos cientos de metros más arriba se desviaba la corriente del agua en la cantidad necesaria para la puesta en funcionamiento del batán. El agua llegaba a través de un canal hasta la rueda y otro, hacia el foso utilizado para mojar el tejido durante su tratamiento y refrigeración de la máquina.

Elementos del Batán:

  • La rueda, con un diámetro aproximado de 3 o 4 metros; con palas de madera. La presión del agua hacia girar la rueda.
  • El eje de 80/100 cm y una longitud en torno 4/8 metros.  Lleva  unos dientes de madera que al girar va moviendo los mazos.
  • Los mazos, que colgaban de una estructura superior que actuaban como péndulos y en su parte inferior llevan grandes mazos de madera, del que sobresale un diente, que al chocar con el del eje hace mover el mazo, que a su vez iba golpeando el tejido.
  • El foso o cuba es donde se introduce el tejido (mantas o paños) empapados en agua.
  • El sufridero, que es un grueso tronco de árbol en torno a 1 metro de diámetro, sobre el que iban goleando los mazos.
  • Eje posterior, sobre el que se iba recogiendo el tejido. En algunos batanes no figuraba y el tejido iba cayendo a la cuba.

El procedimiento podía incluir varias piezas a la vez  y solía durar como día y medio. Durante este periodo se podía detener la máquina varias veces para ir cambiando las piezas de tejido.

El secado. El batán debía disponer de un espacio amplio donde poder secar estas piezas, no olvidar que era en épocas de lluvia y grandes piezas.

Cada manta (tapabocas) podía llevar hasta 10 kg de lana.

Regresamos de nuevo a la casa del “tío José”. La casa donde vivió, era una vivienda muy humilde, típicamente rural y alistana.

Posiblemente no necesitase muchos medios, la mesa alargada, que le facilitaba el corte de las piezas. La confección se hacía todo manualmente.  En el caso de la capa, la pieza  de paño era forma rectangular y el modelo único, con muy pocos adornos y el gorro.  Las capas actuales son de gala, utilizadas en ceremonias. Las de José eran mayormente  de uso diario, para protegerse en días fríos y lluviosos. En invierno todos los pastores portaban esta capa, que le cubría hasta media pantorrilla. 

La polaina ya era otra pieza ajustada a la pantorrilla, que le cubría desde el tobillo  hasta la parte baja de la rodilla. En invierno era de piel y en temporada seca de paño.

El chaleco de paño era otra de las piezas que le permitían el movimiento fácil y le protegía del frio.

Los pastores llevaban su capa superpuesta sobre sus hombros abrochada al cuello, cayendo sobre su cuerpo, esto podía dificultar un poco el movimiento por el monte, o bien, podían  elevar un lateral por encima del otro hombro, dejando al descubierto sus piernas y un mejor movimiento.

Llevar la capa todo el día, si bien le protegía del frio y de la lluvia, no era tarea fácil, pesaba entre 8 y 10 kg lo que suponía llegar cansado a la recogida de la hacienda, bien es cierto que no todo el día estaban andando ni de pie, el pastor pasaba largos ratos sentado en alguna brigada. Algunos de mi época la recordarán perfectamente, si bien ya estaba cayendo en desuso, primero porque ya no había tanta ganadería y, en segundo lugar, por la llegada de nuevos materiales, mas ligeros e impermeables que le ganaron rápidamente la partida.

Cuando no tenía el  encargo de alguna capa dedicaba su tiempo a la confección de pantalones y chalecos en tejidos más ligeros. Eran conocidos los “pantalones de roble”. Hoy he buscado en internet y todavía se siguen anunciando los pantalones de roble, pero con unos tejidos más finos y lujosos.

Los que hacía el tío José, no llevaban ni cremallera ni botones, se cerraban por delante  mediante el cruzado y se sujetaban con un cordón o dobladillo en el interior de la cinturilla.  Era un tejido mas fuerte de lo se podría pensar y había un dicho que decía que “los pantalones paraban de pie”.

A finales del s XIX, principios del XX se popularizo “la pana” y José se adaptó y empezó a trabajarla. Era un material más ligero  y más ajustado.  Se hacía pantalones, chaquetas, chalecos e incluso camisas. Aunque llega como un tejido para pobres y trabajadores del campo, a mediados de S. XX tuvo gran aceptación para las ropas de los cazadores nobles.

Hace algún tiempo, los amigos de Riofrio de aliste, pusieron en faceb un video muy ilustrativo. Aquí dejo el enlace.

https://www.aliste.org/proceso-de-la-siembra-y-recogida-del-lino-pobladura-de-aliste/?fbclid=IwAR1pVx7-oUX5umFpXQrxwrbcMEpbkAIf7o2d8ItmGKS74nf3Z9r

https://es.linkfang.org/wiki/Capa_alistana

No tengo recuerdo alguno del cultivo de lino en Videmala, si que tengo una vaga imagen de alguna vez, yendo a la feria de Fonfría, haber visto unos manojos o haces en el arroyo, a la altura de Valdejain.  Recuerdo que pregunté que era eso y me dieron una breve explicación.

Ahora a la vista del video, me cuentan que, en Videmala también se sembraba, pero no era a gran escala. Recuerdan que el abuelo Antonio sembró varios años el huerto de Valle el Prado de lino. En el video vemos que al empezar rezaban, allí me dicen que tenían que regañarse, abroncarse. Se hacían eras, como para sembrar la alfalfa, lo sembraban, rastrillaban y luego un buen riego. A finales de verano lo cortaban y hacían manojos, que los llevaron a Rio Malo, a la altura del Pozo Barrila, donde les dejaban unos días, antes de trabajarlo, tal y como se puede ver en el video.

A parte de estos tres personajes a que me he referido, había algún sastre más, pero no creo ser el más indicado para hablar de ellos, a ver si se anima algún@ e incluso, del que se dedicaba a la venta de agujas.


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